Por Felipe Duque
Boca va, y Boca fue. Un equipo que a mitad de temporada se encontraba a 12 puntos del puntero y en mitad de tabla de la Liga Profesional. Un equipo que estaba destrozado tras haber quedado fuera de la Copa Libertadores y con una nueva ilusión que se había disfuminado. Sin embargo, Hugo Ibarra pudo encaminar el rumbo de este barco que hoy terminó en lo más alto del fútbol argentino.
Boca logró cambiar el mal momento anímico que venía atravesando el plantel y con el pasar de los partidos se fue haciendo un equipo mentalmente fuerte. El equipo dejó atrás sus conflictos internos como aquel encontronazo entre Darío Benedetto y Carlos Zambrano y "hoy son una familia", dicho por el propio Sebastián Villa.
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Boca levantó cabeza y encontró el rumbo de la victoria, donde llegó a acumular 15 partidos sin conocer la derrota, una racha que llevó al Xeneize a la cima de la Liga Profesional. En una definición para el infarto, Boca salió campeón con huevo, garra y corazón, sacando la mística que lo representó a lo largo de historia y obteniendo una nueva estrella en su escudo.
Ya con un nuevo título en sus vitrinas y mientras la hinchada y toda La Bombonera festeja, el conjunto de la Ribera aún tiene la chance de seguir sumando estrellas durante este año. El miércoles deberá jugar las semifinales de la Copa Argentina contra Patronato y en noviembre dará presente en el Trofeo de Campeones, donde se enfrentará al ganador de Tigre-Racing.
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