Por Leonardo Garcia
Sebastían Battaglia, en el partido de ayer ante Corinthians, decidió solamente realizar una variante y la hizo mal. Donde ingresó Juan Rampirez y salió el Changuito Zeballos. Si existía alguien capaz de destrabar el partido era el pibe de Boca, la jugada más clara del partido vino de un centro provocado por él.
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Recién notaron la gravedad del mercado de pases, al quedar eliminados en la Copa Libertadores, cuando en realidad por la Liga Profesional el xeneize pasó vergüenza dos partidos seguidos.
Buscaron echarle la culpa a una situación del pasado, en vez de haberla solucionado con el presente, dejando en el banco de suplentes al único jugador distinto, Aaron Molinas. Boca no tiene recambio y el único que debió ingresar era el chico Molinas.
Es la segunda vez que intentan deshacerse del pibe, la primera vez intentaron cederlo a préstamo a Defensa y Justicia y ahora la segunda con Lanús. En ambas ocasiones demostró su postura, de querer quedarse en Boca para pelear un lugar, y por desgracia no lo incluyeron en el partido más importante del año.
No tiene la jerarquía, el jugador que se negó a patear un penal y le dejó a alguien sin experiencia
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